domingo, 23 de agosto de 2015

Le trou, por Skorecki



Decir en primer lugar porqué la última película de Jacques Becker se titula el Agujero. Los cretinos que viven del pitch pretenderán que se trata de prisioneros que cavan un agujero para evadirse. Son los mismos que creen que I Shall Be Released, la hermosa canción de Dylan, cuenta la historia de un preso que espera su liberación. To be released quiere decir "ser liberado", dijo el profe de inglés, y un profe de inglés no puede equivocarse, ¿no es verdad? Recordar que Dylan no habla inglés, sino americano. Recordar también que no habla más que con metáforas. Ser liberado, sí, pero ¿de qué? De los tormentos de la vida, por supuesto. Ahora, cretinillo, vuelve al fondo de la clase y escucha.

Toda vida de hombrecillo es un asunto de agujeros. Sale de uno, lo quiera o no, al nacer. Al hacerse demasiado grande vuelve a otro. No es el mismo agujero, pero como si lo fuese. Entre los dos el hombrecillo se apaña un agujero como puede. Incluso en el amor se apaña su agujero como puede. ¿Te parece grosero? Qué se le va a hacer. En las bocas negras de antes de Presley rock and roll quería decir entrar, salir, entrar, salir, y en el agujero que te imaginas. Sí, ese. Al final de su vida el hombrecillo sale de su agujero para entrar de una vez por todas en otro, que será el último. Eso no es amor, pero se le parece. Le Trou, de Jacques Becker, es eso. La aridez de la vida, la aridez del amor, la aridez de la muerte. El que mejor habló de Le Trou es un tal Jean-Pierre Melville. Sí, el cineasta. Hablaba de metal, de enfermedad, de muerte. Jacques Becker había sido su maestro, como Renoir había sido el maestro de Becker. Dos alumnos, dos discípulos. De hecho, ¿quién es el discípulo de Melville? No Tarantino. No los japoneses que se amontonan a la puerta. Y el discípulo de Becker, ¿quién es? El secreto de Melville se quedó en el agujero, el de Becker también.

Libération 

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